Jotamario Arbeláez junto a los escritores Gonzalo Arango,
llamado el profeta de la nueva oscuridad, Amilcar Osorio, Darío Lemos, Eduardo
Escobar, Humberto Navarro, Jaime
Espinel, Alberto Escobar, Elmo Valencia, Alfredo Sánchez, Jaime Jaramillo
Escobar (X-504), Diego León Giraldo, Fanny Buitrago y Jan Arb, José Javier y Jorge y Alberto Sierra, Armando Romero,
Eduardo Zalamea y los pintores Pedro Alcántara Herrán, Norma Mejía,
Álvaro Barrios conformaron el llamado Nadaísmo colombiano. Este grupo de
jóvenes se dedicó a escandalizar con
textos y acciones públicas irreverentes. Buscaban desacralizar la cultura colombiana, tenían una visión crítica
del mundo que utiliza el exhibicionismo
como medio de persuasión.
En esta oportunidad, el enfant terrible nos
habla del movimiento artístico literario que intentó desestabilizar la sociedad
provinciana, católica y conservadora de su país y renovar la literatura
nacional en la década de los sesenta.
CVC- ¿Cómo era el panorama literario en
Colombia cuando surge el Nadaísmo?
JMA- En el
año 1958 cuando Gonzalo Arango crea el Nadaísmo, la influencia mayor que había en la
literatura colombiana era la poesía
española. Nosotros cortamos con esto, ni la poesía española ni la
colombiana nos servían como parámetros válidos para sustentarnos y acudimos a la poesía francesa
Lautréamont, Sade, los surrealistas,
Rimbaud, nos pusimos el propósito de cambiar la vida.
CVC- ¿Se
podría decir que ustedes recogen la
herencia de Mito?
JMA- Mito entra a romper con la tradición, a
pesar de tener nexos con los
españoles, abren una compuerta por las traducciones que traen y muestran una
modernidad diferente a la que no estábamos acostumbrados. Mito dedica su último número al Nadaísmo, luego muere Gaitán Durán
y nadie continúa con la revista.
Nosotros teníamos una revista nadaísta, de nuestra revista salieron ocho
números.
CVC-¿Por
qué razón el Nadaísmo elige como el blanco de sus ataques a la Iglesia Católica?
JMA-Porque la Iglesia Católica tenía el mando, la sartén por
el mango, la Iglesia marcaba el conductismo frente al amor, al sexo, al
comportamiento, entonces estábamos muy clericalizados. El domingo el cura en la
Iglesia decía cuáles eran los parámetros de comportamiento y todos lo seguían.
Uno de nuestros objetivos era deshipotecar a Colombia del Sagrado Corazón de
Jesús, rector de la vida y el accionar colombiano. Te voy a revelar un secreto:
Cuando conocí a Arango estaba de 18 años, terminaba mi
bachillerato y supe que iba a dictar una conferencia sobre el Nadaísmo y fui
medio aterrado, mis lecturas eran todas anticrísticas. Entré y vi a Gonzalo con
ese fulgor en los ojos, como un enviado, como un maestro de occidente dispuesto
a acabar con todo, a hacer tabla rasa y sobre todo con un desafecto hacia todo
lo que tenía que ver con la divinidad, con el espíritu divino, me fascinó y lo seguí, fui su discípulo. Lo
que más me cautivaba era su
irreverencia, y su negatividad frente al
deísmo. Después de cuarenta años
encontraron las cartas que escribió
Arango a su familia durante la primera época del Nadaísmo, decidieron hacer un libro y me
pidieron que lo prologara. Gonzalo le decía a su familia que estuvieran
tranquilos, que él estaba fundando un movimiento espantoso, lo más aterrador en contra del
status cuo, que llegaba a demoler la
figura de Cristo, les decía que eso era una farsa contra los curas, para
remover el establecimiento clerical, pero que para él la figura de Cristo era
lo máximo y él encarnaba la misión crística de desmontar, remover y apenas
terminara la remoción de escombros, poner la verdadera figura de Cristo. Él
quería hacer del Nadaísmo una especie de
cristianismo primitivo y nos metió a nosotros en eso. Este es el secreto máximo
que en este momento develamos, a los cuarenta años de estar metidos en una
cruzada de esta categoría.
CVC-¿Esa
actitud mística no se reveló nunca?
JMA-En el
año setenta y tres Arango comenzó a dar visos de misticismo, renunció a
la carne, al cigarrillo, a la prosa, conoció el amor. Esto lo empalmó con la
divinidad y se dedicó a dar unos
mensajes como especies de versículos. Cuando comenzó con eso los Nadaístas nos separamos. Esa conversión
fue un acto muy íntimo y no se podía ir toda una generación detrás,
los demás seguimos en la negatividad.
CVC- ¿Esto
es posterior a la expulsión de Arango del movimiento nadaísta?
JMA- Esa expulsión fue unos años antes. Fue injusto, sabes
por qué lo quemamos, en efigie, por supuesto? porque se había vuelto humanista,
porque comenzaba a pensar en el ser humano, en la salvación de la humanidad y
para nosotros, en medio de ese desasosiego, en esa actitud tan anárquica no
podíamos con eso. Ahora los parámetros de la anarquía son supremamente respetables,
pero en ese tiempo era una desazón, la destrucción por la destrucción, una cosa
salvaje, no podíamos ver un semáforo
sin que lo rompiéramos. Él nos insufló el odio por el mundo. Descubrimos que el
mundo estaba mal hecho y nuestra misión era acabárnoslo de tirar.
CVC-¿Por
qué la necesidad de destruir?
JMA-Los
socialistas nos preguntaban “cuándo va a comenzar la labor de aporte, ustedes qué sociedad sueñan para el
futuro?” Nosotros contestábamos: “nuestra labor es destruir la casa de los
abuelos hasta allí llegamos, no vemos una perspectiva de una sociedad mejor. La
destrucción le daría la base a los arquitectos del futuro para que tuvieran una
vislumbre organizadora y arrancasen de
allí, como decía los anarquistas “destruir es una pasión creadora”, nosotros nos comprometíamos a
demoler.
CVC-¿En qué
medida esa necesidad de destruir era simbólica?
JMA-Era
no sólo romper la parte física sino
también las estructuras mentales de las personas y crear la duda como un
principio creador, desmontarles todas las creencias que se habían impuesto como parámetros
sociales. La diferencia entre nosotros y los socialistas era que nosotros queríamos
desacreditar todo burlándonos, eso le servía a los camaradas que se
aprovechaban de nuestra actitud demoledora y denunciantes. Era la época en que
comenzaban las guerrillas, las luchas de clases, nos permitíamos denunciar todo aquello al
público burgués que acudía a nuestras charlas
por la novedad y el asombro que creaban. El humor ha sido característico y
parte de la perennidad que hemos tenido, a través del humor nos
permitíamos decirnos las cosas más terribles, las denuncias más fuertes y las
agresiones más bárbaras, es una característica que unió a todos los nadaístas a
pesar de tener un enfoque tan diferente frente a la vida. Los de Medellín eran
más nocturnos, más sórdidos, más existencialistas, los de Cali más
solares, abiertos, milerianos, eróticos, como una chispa. En la
transgresión nos unía el espíritu del humor negro de fondo.
CVC-Las
propuestas estético-ideológicas a partir de las cuales se busca la transgresión y la confrontación con el
poder, se mantienen vigentes a lo largo de los años?
JMA-Decae en lo exterior. En un principio para no quedarnos en que no creíamos en Dios,
hacíamos cosas escandalosas. Un domingo en misa seis poetas nadaístas se
acercaron a comulgar, se sacaron las
hostias y las guardan en el pañuelo. A uno se le cayó y la pisó, una vieja
gritó: “sacrilegio, profanaron la hostia”, los persiguió una multitud por las calles, los
metieron a la cárcel, los excomulgaron. Estas eran actitudes pánicas
las creábamos para no quedarnos en el concepto. Nosotros éramos la
conciencia crítica del país.
CVC- La
intencionalidad transgresora del movimiento pareciera no corresponderse con la actual postura de algunos de los
nadaistas que se han ido incorporando al
stablishment. ¿Acaso el Nadaísmo ha perdido
su consistencia ideológica?
JMA-El
único que pertenece al stablishment
soy yo, pero también soy el que más mantiene vivo el movimiento. Me di cuenta
que mi labor desde afuera era vacua. Uno
desde fuera no hace más que tirar piedras contra las vidrieras del
establecimiento y lo único que se logra es que se vuelvan más ricos los
fabricantes de vidrios. En un momento dado hubo protestas, se nos cuestionaba
que no hacíamos un verdadero aporte a la cultura. O se queda
uno protestando o cuando le ofrecen el poder lo toma. En mayo del 68 escribimos
el graffiti la imaginación al poder.
Es el relevo generacional, no nos podemos quedar como los
poéticas pasados de moda. En ese sentido fue más fuerte la protesta del
hippismo. Ahora soy secretario del
gobernador pero mantengo mi columna de opinión
en los periódicos, éstos me
dan crédito, no porque hable bien del
gobierno, sino para que siga siendo cuestionador.
Hace algunos años me llamaron de la Universidad Javeriana
para que adelantara una cátedra del Nadaísmo en el postgrado, así fui
catedrático, la gente decía “cómo es
posible que los nadaístas entren en la
universidad a revestirse de cristianos”. El hecho de ser catedrático me valió
que el gobernador me llamara para ofrecerme que fuera el secretario de la cultura de Cundinamarca.
Para el escalafón me valieron el cargo universitario como si fuera doctor, ahora soy el doctor poeta y nadaísta. Esa es
una de esas sacadas de clavo de la vida. Cuando yo me vuelvo funcionario es
porque el poder se volvió nadaísta.
Algunas
veces me critican mi actitud
triunfalista, yo más bien
diría que es revanchista de todas las carencias que tuve y de todos los bloqueos que nos
impusieron durante tanto tiempo
socialmente.
CVC-¿Considera usted que hubo un trabajo riguroso del
lenguaje, a pesar de ser el Nadaísmo un discurso que tiende a lo
comunicacional, una poesía tan despojada del formalismo retórico?
JMA-Hay dos vertientes,
la de Jairo Jaramillo Escobar que
trabaja como Borges, restándole a todo su discurso cualquier referencia que
pueda ser coyuntural y uno podrá leer a Jaramillo en cualquier época de la vida
y tendrá igual validez. Otros nadaístas como Gonzalo y yo mismo, nos
cimentamos en la contingencia en lo
cotidiano, en los temas y el lenguaje de cada día. De esa manera tuvimos mucho
éxito inmediato, pero si se lee en la posterioridad muchos textos se vacían de
contenido.
CVC- Hay algo que me
llama mucho la atención de su poesía, hay
un profundo respeto por la herencia familiar, esto no sería contradictorio con la propuesta global del
Nadaísmo.
JMA- Apenas ahora me obligas a hacer una retrospección y explicación; creo que está en el fracaso de
mi bachillerato. Mis padres hicieron todos los esfuerzos, mi educación fue
pagada con panes que en mi tiempo multiplicarían y cuando fracasé en el
bachillerato (ellos esperaban sacar un doctor)
no me recriminaron. Yo fui el
único hijo de los nadaístas a quien no echaron de la casa y mi padre se sintió
muy orgulloso de que fuera poeta nadaísta. Nosotros nos tirábamos piedras
y naranjas con nuestros atuendos y luego salía en la prensa que éramos unos
conspiradores no políticos sino contra las costumbres que era peor. En cierta
forma todo el nadaísmo y el triunfalismo
seguramente son para resarcir esa frustración. Mis padres murieron en
una fascinación, el orgullo de tener a su hijo poeta aunque nunca hubiera
llegado de ser profesional.
CVC- Eso se percibe en el poema del espejo –hay dos poemas
muy bellos de espejo- uno en el que desfilan todas las generaciones.
JMA-Todas las siete generaciones de Arbeláez y la mala
cara.
CVC- En
estos cuarenta años de vida del Nadaísmo ¿cuáles han sido las transformaciones
más importantes del movimiento?
JMA-El Nadaísmo era muy acoplable a los fenómenos que iban sucediendo, derivados, producidos o
dirigidos a la juventud. El Nadaísmo es un movimiento juvenil, crecimos, nos volvimos adultos y llegamos a
la tercera edad, pero el espíritu sigue siendo juvenil. Todo estaba enfocado a
que la juventud tomara las riendas de la decisión de su destino. Habiendo
coronado unos años largos en la batalla seguimos siendo y pensando de esa
manera. Gracias a eso tenemos ese ascendente ante los jóvenes.
CVC-¿Por
ser una estética de la irreverencia?
JMA-Yo creo
que el nadaísmo fue el último movimiento en Colombia. Después trataron de hacer
otros grupos para relevarnos o aniquilarnos y no fue posible, dicen que la juventud actual no es gregaria.
Para nosotros fue maravilloso encontrarnos
unidos en el culto por lo oculto,
por Sade y la búsqueda de la ampliación de la conciencia. Decíamos
“escribimos para los hijos de los astronautas” y ahora los astronautas tienen
biznietos. Incluso hay un libro que se llama Mi abuelo fue un Rolling Stone. El tiempo es un demoledor de todos esos conceptos, pero el Nadaísmo se renueva a sí mismo a través de
sus obras. Cuando comenzó el Nadaísmo nosotros oíamos jazz, nada de música
colombiana. Lo folclórico ¡qué horror!
la artesanía ni los canastos, nada.
CVC- Con relación a su obra. ¿Desde los
inicios del Nadaísmo hasta lo que está escribiendo hoy en día, siente que ha habido una variación a nivel
formal y temático?
JMA- Toda
mi poesía es el producto de una frustración y
un condicionamiento de no haber escrito una novela que es mi proyecto
ambicioso y máximo: La casa de las
agujas. Mis poemas eran
como fichas de capítulos -como no tenía nunca el tiempo suficiente por estar
trabajando- mientras llegaba el día de estar consagrado, para no perder la idea que tenía de capítulos, los
cifraba en poemas. Y esa es la propuesta novelística a través de poemas. Muchas
cosas que te estoy diciendo apenas ahora las acabo de descubrir, yo también
estoy buscando una explicación íntima y eso exactamente me va a servir para
esclarecer el trabajo posterior. Tengo
más o menos recogida toda la obra y quisiera publicarla completa. De mis tres libros El profeta en su casa, Mi reino por este mundo y La casa de memoria, los dos últimos han sido premio nacional de poesía.
En realidad es como una obra signada por el reconocimiento.
CVC-¿Cuáles
serían sus obsesiones temáticas?
JMA-Cali,
la música afroantillana, la prostitución, y
lo que tiene que ver con lo sexual para descargarme de El Marqués de
Sade, una de mis obsesiones. La sastrería,
la profesión de mi padre, para mediante ella crear también una propuesta estética.
CVC-
¿Podría ser la costura una metáfora de la escritura?
JMA-Exactamente,
teniendo como epígrafe digamos la frase de Lautreamont La poesía es el encuentro de un paraguas y una máquina de coser.