Carmen Virginia Carrillo
Laura Cracco
nació en Barquisimeto. Es Licenciada en Filología clásica. Ejerció la docencia
en la Universidad de Los Andes, Venezuela. Ha publicado los poemarios: Mustia memoria. (1985). Premio Municipal
de Poesía de Mérida; Diario de una momia.
(1989); Safari club. (1992). y Lenguas viperinas, bocas Chanel (2009).
En
su primer libro, la ilusión inicial
de que el tiempo transcurre hacia adelante es confrontada con la noción de tiempo circular: “La historia mordiéndose la
cola” (1983:14), el eterno repetirse de experiencias que no son más que nuevas
versiones del pasado.
La
vida es entendida como un viaje hacia el
destino final, que es la muerte; y en el trayecto, pérdidas, búsquedas,
encuentros van acumulando memorias, mustias
memorias, como apunta el título del libro, que tratan de preservar la
verdad de otros tiempos, el pasado mítico de los dioses antiguos:
Nosotros apenas balbuceamos la verdad de otro tiempo
…
Hablamos de la verdad de otro tiempo, la única,
decimos
y
hablamos del tiempo aquel en que los dioses no
habían
entrado en disputa
…
Tiempos idos de armónicas palabra, de lunas
invioladas
Tiempos idos en que la justicia ejercía hegemonía en
los
hombres.
(1983:9-10)
O
como sueño de infinitas posibilidades, aunque al final siempre esté aguardando
el inexorable destino:
A qué construir hermosos templos
apisonar la tierra con sangre de toros
erigir túmulos macizos
urnas de oro cuidadosamente labradas
si existe un mar peor que lava
eternamente lejano
…..
si el tiempo pasa sobre mí y no se empoza
si al final cuando cerramos los ojos
solo quedan, una isla en el cerebro,
sus aguas peor que lava mordiendo las ciudades.
(1983:33)
A
pesar de que los emigrantes intentan conservar su pasado a través de la memoria, el presente va
borrando las huellas, de ahí que su identidad pase a ser un devenir, y su
condición un modo de estar en el mundo.
En
los poemas “Éxodo” y “Extranjera” se sintetiza la problemática que nos atañe.
Si bien a lo largo de todo el libro se lleva a cabo un diálogo intertextual con
el mundo clásico grecolatino, a través de la presencia de personajes que se
caracterizan por su condición de
extranjeros y de viajeros, entre ellos Edipo, Circe y Odiseo, es en estos dos
textos donde encontramos una referencia puntual al concepto griego del
extranjero como ese “otro” que se presenta en oposición al “nosotros”.
Los
ciudadanos, aquellos que comparten un mismo idioma y un espacio, que tienen los
mismos derechos y toman las decisiones de la polis, se contraponen a los que
vienen de fuera, los que balbucean, porque no hablan la lengua. Esos “otros”
podían ser considerados “xénos”,
sujetos con derechos a los que se les brindaba la hospitalidad; o “héteros” aquellos que portaban la
otredad más radical representada en el bárbaro, el esclavo, el enemigo.
No
obstante, como apunta Martínez de la Escalera, “se podía ser griego, es decir
hombre, y al mismo tiempo, otro, un extraño, un exilado privado de sus derechos
de ciudadanía” (Martínez de la Escalera, 2005: 78).
El
concepto del extranjero que pareciera perfilarse en los textos poéticos de
Laura Cracco está más cerca del “hétero”:
“extranjeros los hombres que nunca podrán ser más que bagazos de una caña rota”
(1983: 41).
En
los poemas mencionados, la extranjería es percibida como condición
irrenunciable. El extranjero vive en una perenne y fallida búsqueda de una
patria que pueda considerar como suya, sin embargo, no logra la conciliación en un mundo que le es ajeno, y
vive en la incertidumbre de no reconocerse en los espacios, en la lengua, en las costumbre y
en las cosas.
Porque no hay lugar para el regreso
no volveré a ver mi ciudad teñida de siena
en las tardes
…
“Extranjero serás hasta el fin de tus días
y aún después de ellos.
Extranjero serás porque has nacido.
Esa es tu condición
nunca patria alguna será tuya
ni encontrarás puesto para ti bajo estos cielos.
Vete y no descanses de buscar
lo que nunca hallarás.”
(1983:45)
El
largo poema “Extranjera” está escrito en un discurso poético de corte
narrativo, un yo poético relata el periplo de la extranjera en su viaje hacia
el destierro. En oportunidades, la mujer toma la palabra para replicar, mostrando el desconsuelo que le causa su
condición:
“La vida pasó a mi lado y me llamó extranjera
en el sol, en las estrellas, en los ríos
en tu propia tierra
extranjera serás en la arcilla que te modeló
extranjeros serán tus dioses
que llevas como un saco vacío a tu espalda
extranjera la muerte que no encontrará en ti
más que un adelanto de sí:
huesos en vez de carne
nada en vez de alma”
(1983:43)
El
desarraigo y el extrañamiento son la consecuencia de la pérdida de la relación
con lo permanente y lo estable. A su
vez, el mar, símbolo de la dinámica de la vida; lugar de nacimientos,
transformaciones y renacimientos (Chevalier/Gheerbrant,1995: 689) aparece en
algunos de los poemas como espejo y espejismo. Espacio del viaje, de la
profunda soledad del viajero, pero también, esperanza de un futuro mejor,
puerta a la vida:
Surca ese mar porque mañana solo habrá veneno
peces muertos en la orilla
y las ciudades donde alguna vez estuvimos
creyendo haber encontrado templos eternos
pronto no serán sino ruinas
piedras amontonadas en el recuerdo.
Antes de partir, sus murallas nos parecían más duras
que
el tiempo
(1983:18)
Al
compararse con el mar, el yo lírico del
poema “Ícaro”, elabora una metáfora del ser del extranjero: “ser como el mar
que sin dejar de ser él mismo es siempre otro” (1983: 8)
El
emigrante vive en el afuera y su condición es el tránsito. Si bien anhela
regresar, en el fondo reconoce la imposibilidad del deseo, pues el lugar del
origen ya no es el mismo:
Éxodo
Porque tu vida es un largo caminar
un eterno periplo que no conoce cansancios ni
nostalgias
me has dicho que debes continuar
adelante hay rutas insinuantes
ciudades grandes como mundos
(1983:24)
En
el poemario Mustia memoria de Laura
Cracco, el extranjero está representado en su condición de viajero cuya eterna
travesía está hecha de intervalos, interrupciones
y pérdidas, de memorias y olvidos, pero sobre todo de una profunda nostalgia
por lo que ya nunca más ha de ser igual.
En
su obra encontramos el desarrollo de una poética de la interiorización del yo,
del estremecimiento, el desenmascaramiento y del autoconocimiento a partir de
la vinculación con los orígenes. En la poesía de Cracco la herencia extranjera
se plasma en el discurso poético para dar cuenta de la relación del ser consigo
mismo y con el otro.
Referencias bibliográficas:
CRACCO, Laura. 1983. Mustia memoria. Mérida:
Universidad de los Andes.
MARTÍNEZ DE LA ESCALERA, Ana María. “El
extraño: metáfora de la situación
humana”. En Esther Cohen; Ana María Martínez
de la Escalera (coordinadoras)
Lecciones de extranjería. Una mirada a la diferencia. México, siglo XXI,
2005.