viernes, 20 de noviembre de 2015

Extranjería y bilingüismo en El largo viaje a casa (1994) de Verónica Jaffé

Carmen Virginia Carrillo


(foto Carmen Virginia Carrillo)



En la poesía venezolana escrita por mujeres de las tres últimas décadas del siglo XX y los primeros años del siglo XXI encontramos textos marcados por la expresión del género, que ponen en escena la condición de extranjería y del bilingüismo como eje de la existencia signada por la ajenidad. Tal es el caso de Verónica Jaffé.
El entorno familiar de la escritora de origen judío,  conforma identidades que definen hábitos, solidaridades y demandan la reivindicación de la herencia familiar. La yuxtaposición de costumbres juega un papel fundamental en el diálogo intercultural que indiscutiblemente enriquece su obra.  
Jaffé nació en Caracas. Es licenciada en Letras y PhD en  literatura alemana. Ha ejercido la  docencia en prestigiosas universidades venezolanas. Se ha desempeñado como investigadora y traductora. Entre sus publicaciones destacan El relato imposible (1991), ensayo sobre literatura venezolana  y Metáforas y traducción o traducción como metáfora. Algunas metáforas de la teoría de la traducción literaria, (2004). Su obra poética está reunida en los libros El arte de la pérdida (1991), El largo viaje a casa (1994), La versión de Ismena (2000) y Sobre Traducciones. Poemas 2000-2008 (2010).
El poemario   El largo viaje a casa (1994)  está centrado en la temática de la extranjería. Encontramos poemas de corte narrativo, escritos en un discurso despojado de retórica. La evocación del Holocausto vivido por sus ancestros, el desarraigo, el cuestionamiento existencial, la muerte, la infancia, el viaje como búsqueda y la relación con una lengua extranjera están presentes a lo largo del libro, así como también el enmascaramiento, tema que se repite  en sus tres  poemarios.
Los poemas, en su mayoría, describen paisajes foráneos, fruto de un recorrido por territorio norteamericano. El hablante poemático se pregunta por  la mirada del extranjero. En “Sobre un banco del Old Capitol Mall, Iowa city, Iowa leemos:

Cómo describir maizales,
campesinos en carreteras
sin sentir de inmediato
complacientes tentaciones
para convertirlo todo,
campesinos y caballos,
escritores y graneros
en mentira, en nostalgia, en poema simple y falso
de extranjero. (1994:10)

Para el yo lírico, la apreciación del extranjero no es objetiva, su otredad interfiere en la percepción que tiene de la realidad; su mirada está condicionada por las vivencias. Esta experiencia implica, en sí misma,  una traducción. El sujeto desea hacer suyo lo ajeno, lo extraño,  borrar las diferencias al nombrarlas en la propia lengua, reflejarse en el discurso del otro, o disolver lo extraño del otro  en la propia lengua.
En los once  poemas titulados “Lecturas”, numerados y ubicados a lo largo del libro, Jaffé propone un diálogo intertextual con textos poéticos  de las escritoras Adrienne Rich, Elly Waard, Ingeborg Bachman, Elizabeth Bishop y Marilyn Hacker, esta última hija de inmigrantes judíos nacida en Nueva York.
            Llama la atención el poema “Lectura 11”, último del libro.  En este texto, la voz poética de Jaffé dialoga con el poema “Cuestiones de viaje”, de Elizabeth Bishop. Los versos de ambas poetas aparecen intercalados en el largo del texto.  Comienza diciendo Jaffé:

Un viaje es un viaje es un viaje
es un viaje?
Un viaje se inicia con vagas fantasías
suscitadas por un nombre: Imataca
voz  indígena? Sin duda.
Y un espacio enorme
en el mapa,
desde el delta
hasta el pie de monte
de la Gran Sabana. (1994:51)

De la siguiente estrofa de Bishop, Jaffé toma el título de su poemario:

             Piensa en el largo viaje a casa.
¿Debimos quedarnos en casa y recordar esto?
¿Dónde deberíamos estar hoy?
¿Está bien observar gente extraña
en este extrañísimo teatro? (1994: 53)

         La estación final del recorrido poético se lleva a cabo en territorio venezolano. El  escenario ha cambiado, sin embargo el desplazamiento al paisaje nativo no elude la referencia a los ancestros, el pasado doloroso del Holocausto sigue vivo en la memoria de la hablante:

…mi amigo Luis
habló de lo sublime
y luego recordó
el campo de concentración
en Dachau, Baviera (1994:54)


El extranjero que vive la experiencia del bilingüismo se enfrenta a una dualidad extrema. La lengua materna  le proporciona elementos claves de identidad, y le permite configurar su visión del mundo, pero esos elementos se enfrentan a la visión del mundo de la lengua foránea.  La imposibilidad de traducir  la connotación cultural de la propia lengua genera un conflicto que, para algunos es vivida como una experiencia límite; mientras que para otros, esta circunstancia es beneficiosa en  tanto que expande el universo perceptual y referencial. Claudio Guillén considera que la condición bilingüe amplía la conciencia del lenguaje. (1998:76). Jaffé, en el poema “Recital de poesía en Iowa city” elabora la siguiente reflexión metapoética sobre el tema:

Los poemas, pienso,
son incomprensibles:
más aún si en lengua extranjera.
Pues mastican con oído musical
O ritmo acompasado
Racimos completos
De imagen tras imagen.
El conjunto se declara como poesía.
(1994:15)

Hablamos de poesía —recuerdo—
y de culpas
y de lenguas aprendidas en la infancia,
              (1994:30)


Su condición bilingüe la acerca al oficio de traductora. De esta manera,  la relación que establece con la lengua implica un doble sentido: de acercamiento y distanciamiento. La traducción entendida como una actividad de mestizaje (Gómez Mango, 2012:16), como producto de lo heterogéneo, nos acerca  a la esencia de la vida de la cultura. Por otro lado, salirse de lo propio, desprenderse de los orígenes, implica la amenaza de perderse en la otredad, de ahí la necesidad de poetizar las raíces. Jaffé recuerda su origen judío, revive en el poema el sufrimiento de sus ancestros, la aflicción del exilio:

Al regreso,
recorriendo nuevamente
la tercera avenida,
siento el frío debajo del abrigo,
en los dedos de los pies
y de mis manos,
siento de repente
el miedo de ser medio judía,
siento humedad en la mejilla
y recuerdo el coraje grave
de su voz cansada
señalando tristemente
la resurrección de los odios del pasado,
sin que pronunciara nunca
el nombre ni decir
cuáles el referente inevitable
de ese leviatán
en la historia de este siglo,
el país que asoció su identidad
al exterminio.
(1994: 27)


            En el poema “Campos avenidas de abedules” la hablante relata un viaje a Polonia y describe el campo que observa en su recorrido, recuerdo que contrapone a las terribles imágenes de “un garfio/de dos pinzas/ que utilizaban para/apresar los cráneos/ y arrastrar los cuerpos de la cámara a los hornos” (48)

  
Marcar lo perdido, hablar lo perdido, invocarlo
                                         [en salmos, en guisos y sopas,
Tiene razón la poeta.
¡Qué importa las cartas muertas, los poemas, los
                                                                          [cuadros
perdidos, destruidos
con excepción de tus manos. (1994: 33)
                                           
      
Para Gadamer, “sólo quien se encuentra en un lenguaje como en casa puede experimentar el enunciado, que se sostiene y se mantiene por sí mismo, de la palabra poética, que guarda todavía otro estar-en-casa en lo que es originalmente familiar” (1998:47) En la poesía de Verónica Jaffé, el sentimiento de desarraigo, el extrañamiento frente al entorno desconocido, la necesidad de sentirse en casa y la exploración de la conciencia de sí misma, constituyen la materia prima de su escritura poética que pareciera ofrecer la posibilidad de manifestar plenamente el ser en el mundo. De ahí que la escritora diga:
Poeta o poesía,
en fin,
palabra,
alcanza solo
muy de vez en cuando
eso que sentimos
tan terrible, inhumano
y por eso mismo
inefablemente bello.
(1994:50)

            El poema se sostiene en ese tiempo anterior a la palabra, en el cual desbordan las expresiones más primitivas de la emoción.
En los versos de Jaffé, el discurso poético se despoja del retoricismo para incorporar giros coloquiales y vocabulario del habla cotidiana. La infancia es representada como la edad de la añoranza. Plagada de lugares, sonidos y lenguas extranjeras que se van perdiendo en los laberintos de la memoria y que el poema invoca en un intento por descubrir una verdad que se diluye en el posible olvido. 
Estamos frente a una poética de la interiorización del yo, del desenmascaramiento y del autoconocimiento a partir de la vinculación con los orígenes, espacio en el que la herencia extranjera constituye un baluarte que se plasma en el discurso poético, para dar cuenta de la relación del ser consigo mismo y con el otro.

Referencias biliográficas:

GADAMER, Hans-Georg. 1998.  Arte y verdad de la palabra. Barcelona: Paidós.
GÓMEZ MANGO, 2012. “Sitios del destierro”. En Palabras sitiadas, sobre
    traducciones, literaturas sin fronteras, relatos de viaje, ambular de teorías,
    exilios y otros desplazamientos de la escritura. Revista de la Biblioteca
    Nacional, Uruguay. 6/7. 2012.  Pp. 13-24.
GUILLÉN, Claudio. 1998. Múltiples moradas. Ensayo de literatura comparada.  Barcelona:                   Tusquets.
JAFFÉ, Verónica. 1994. El largo viaje a casa. Caracas: Fundarte.



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