martes, 4 de febrero de 2014

Galaxia abdominal




Carmen Virginia Carrillo



            Él se convirtió en astronauta para explorar la galaxia de su abdomen. Visitó planetas, lunas, esquivó meteoritos.

En Venus se sintió arrebatado  por el calor de aquella hembra. En Marte se enfrascó en una cruenta guerra consigo mismo: el deseo de adentrarse en territorios desconocidos era más poderoso que su razón llamándolo a la prudencia.

            Observó el cinturón de asteroides, se entretuvo en los plutoides. Tras asistir al parto de cometas gemelos en la Nube de Oort, dio un salto a Centaurus; allí conoció a Quirón, el hijo de Filira y Cronos, quien lo animó a  asomarse a los confines de la Vía Láctea y aún más allá. Le recomendó visitar Andrómeda, la más brillante de las galaxias.

   -Cuando llegues, podrás deslizarse en su gigantesco espiral.- Dijo el sabio centauro.

            Allí se fue. Necesitaba descubrir el misterio de aquel mapa estelar, que había sido tatuado por los dioses, sobre la piel más suave que jamás hubiera acariciado. 

Nada parecía saciar la curiosidad y el deseo  de aquel amante. Entonces, se aventuró más allá de la superficie límite del espacio. Buscaba el centro del placer absoluto, y quedó atrapado de por vida en el agujero negro de su entrepiernas.

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