viernes, 17 de noviembre de 2017

Apuntes para una poética del arte de Rubén Muñoz Martínez

Carmen Virginia Carrillo



         La relación entre la palabra y el silencio ha sido una de las preocupaciones de Rubén Muñoz Martínez. Sus  planteamientos han nacido de la reflexión y de un diálogo intertextual con ciertos planteamientos filosóficos. De ello dan cuenta sus libros Tratamiento ontológico del silencio en Heidegger (2006), Resonancias y silencios de la palabra (2011), Elogio de la contemplación (2012), Incursiones en lo sagrado (2012) y Gramáticas del silencio (2014). Este año, el autor ha publicado una obra: Apuntes para una poética del arte (2017). En esta oportunidad, el horizonte se amplía de la literatura, y particularmente a la poesía, hacia todas las esferas del arte.   
En la presentación, el autor nos habla de su “empeño por pensar el arte”, de ahí que aborde las expresiones artísticas fundamentales: la arquitectura, la escultura, la pintura, la música y la literatura.
En el primer apartado del libro, “Esencia y necesidad del arte” retoma su idea del arte como “actividad humana” que busca “traer a presencia de un modo particular y significativamente primigenio aquello de lo que trata”. Revisa el proceso de creación del artista, la realidad en la cual lleva a cabo su producción, la obra lograda, y la forma en la que el receptor se apropia de ella,  todos ellos núcleos fundamentales que se otorgan sentido entre sí.

Muñoz Martínez se adentra en el ser del artista, en su estatuto ontológico para comprender el lugar que ocupa en el arte.  Explica las características del artista, su  necesidad de crear, su intuición, su talento, el  dominio del oficio, así como también el esfuerzo personal. Recalca la necesidad del silencio ontológico para la dimensión de sentido de la cual emana la creación. Todo ello condicionado por el contexto histórico, la tradición y las circunstancias que lo determinan.
Pasa luego a definir la realidad, entendida como “aquello que el artista pretende plasmar en su obra de diferentes maneras”, esa dimensión objetiva en la cual el artista está inmerso y con la que interactúa de manera permanente.
La creación artística concebida como el centro neurálgico del arte, como mediación entre la dimensión subjetiva del artista y la dimensión objetiva de la realidad. De ese encuentro, señala, surge la obra de arte.
En el texto se describe la creación como un  acto de “re-creación” y como un “des-velar” que muestra lo esencial. Desde la perspectiva del artista, puede constituir un acto de libertad, o una experiencia mística.
 La obra  entendida como ese objeto con “anhelo de  eternidad único e irrepetible… que reúne los elementos esenciales de la existencia” que da cuenta del talento y dedicación del artista y  ayuda al espectador a comprenderse a sí mismo y al mundo.
Siguiendo a Heidegger, Muñoz Martínez explica la obra de arte como “un modo privilegiado de manifestación del ser.”  Esta “expresión en plenitud… se expande significativamente hacia dentro y hacia fuera en un `decir´ silencioso ilimitado”.
El círculo se cierra con el espectador quien contempla la obra de manera consciente, lo que puede llevarle a “formar parte de la misma, constituyéndose finalmente en un “ser-en-la-obra”. Es este acto el que otorga sentido final a la creación artística.
Como indica Rubén Muñoz Martínez, el silencio y la soledad son elementos decisivos no solo para la creación artística, sino también para la recepción de la obra. Solo en el silencio el espectador experimentará la “vibración interior”   que el arte provoca.
En la segunda parte del libro, titulada “Las modalidades fundamentales”, se describen brevemente las modalidades artísticas espaciales –arquitectura, escultura y pintura– y las  temporales –música y poesía–.
De todas ellas, dice el autor,  la arquitectura es la única que tiene como fin  una utilidad. Esto ha hecho que algunos pensadores la hayan considerado un arte inferior, partiendo de la idea de que el arte “no debería necesitar de una funcionalidad extrínseca a la misma para alcanzar su sentido completo.”
La más abstracta de las artes: la música, es definida como “arte del silencio”, ya que la misma solo es posible a partir del diálogo entre el sonido y el silencio.  Del mismo modo,  la poesía, “el arte por excelencia de la palabra”,  surge del silencio original y, con el lenguaje como herramienta, trata “la infinitud de la existencia”.
En Apuntes para una poética del arte, Rubén Muñoz Martínez nos adentra en temas como la necesidad del arte, la capacidad de comprensión de lo real a través de la creación artística, la plenitud en la expresión de la forma demostrando cómo todo ello se materializa en ese momento fundamental en el cual el espectador contempla la obra, se hace parte de ella y se constituye en un “ser-en-la-obra”.

                 


1 comentario:

Rubén Muñoz Martínez dijo...

Carmen, gracias por esta espléndida reseña.😊