Carmen Virginia Carrillo
La relación entre la palabra y
el silencio ha sido una de las preocupaciones de Rubén Muñoz Martínez. Sus planteamientos han nacido de la reflexión y de
un diálogo intertextual con ciertos planteamientos filosóficos. De ello dan
cuenta sus libros Tratamiento ontológico
del silencio en Heidegger (2006),
Resonancias y silencios de la palabra (2011), Elogio de la contemplación (2012), Incursiones en lo sagrado (2012) y Gramáticas del silencio (2014). Este año, el autor ha publicado
una obra: Apuntes para una poética del
arte (2017). En esta oportunidad, el horizonte se amplía de la literatura,
y particularmente a la poesía, hacia todas las esferas del arte.
En la presentación, el autor nos habla de su “empeño por pensar el arte”,
de ahí que aborde las expresiones artísticas fundamentales: la arquitectura, la
escultura, la pintura, la música y la literatura.
En el primer apartado del libro, “Esencia y necesidad del arte” retoma su
idea del arte como “actividad humana” que busca “traer a presencia de un modo
particular y significativamente primigenio aquello de lo que trata”. Revisa el
proceso de creación del artista, la realidad en la cual lleva a cabo su
producción, la obra lograda, y la
forma en la que el receptor se
apropia de ella, todos ellos núcleos
fundamentales que se otorgan sentido entre sí.
Muñoz Martínez se adentra en el ser del artista, en su estatuto ontológico para comprender el lugar que
ocupa en el arte. Explica las
características del artista, su
necesidad de crear, su intuición, su talento, el dominio del oficio, así como también el
esfuerzo personal. Recalca la necesidad del silencio ontológico para la
dimensión de sentido de la cual emana la creación. Todo ello condicionado por
el contexto histórico, la tradición y las circunstancias que lo determinan.
Pasa luego a definir la realidad,
entendida como “aquello que el artista pretende plasmar en su obra de
diferentes maneras”, esa dimensión objetiva en la cual el artista está inmerso
y con la que interactúa de manera permanente.
La creación artística concebida
como el centro neurálgico del arte, como mediación entre la dimensión subjetiva
del artista y la dimensión objetiva de la realidad. De ese encuentro, señala,
surge la obra de arte.
En el texto se describe la creación como un acto de “re-creación” y como un “des-velar”
que muestra lo esencial. Desde la perspectiva del artista, puede constituir un
acto de libertad, o una experiencia mística.
La obra entendida como ese
objeto con “anhelo de eternidad único e
irrepetible… que reúne los elementos esenciales de la existencia” que da cuenta
del talento y dedicación del artista y
ayuda al espectador a comprenderse a sí mismo y al mundo.
Siguiendo a Heidegger, Muñoz Martínez explica la obra de arte como “un
modo privilegiado de manifestación del ser.”
Esta “expresión en plenitud… se expande significativamente hacia dentro
y hacia fuera en un `decir´ silencioso ilimitado”.
El círculo se cierra con el espectador
quien contempla la obra de manera consciente, lo que puede llevarle a “formar
parte de la misma, constituyéndose finalmente en un “ser-en-la-obra”. Es este
acto el que otorga sentido final a la creación artística.
Como indica Rubén Muñoz Martínez, el silencio y la soledad son elementos
decisivos no solo para la creación artística, sino también para la recepción de
la obra. Solo en el silencio el espectador experimentará la “vibración interior” que el arte provoca.
En la segunda parte del libro, titulada “Las modalidades fundamentales”,
se describen brevemente las modalidades artísticas espaciales –arquitectura,
escultura y pintura– y las temporales
–música y poesía–.
De todas ellas, dice el autor, la
arquitectura es la única que tiene como fin
una utilidad. Esto ha hecho que algunos pensadores la hayan considerado
un arte inferior, partiendo de la idea de que el arte “no debería necesitar de
una funcionalidad extrínseca a la misma para alcanzar su sentido completo.”
La más abstracta de las artes: la música, es definida como “arte del
silencio”, ya que la misma solo es posible a partir del diálogo entre el sonido
y el silencio. Del mismo modo, la poesía, “el arte por excelencia de la
palabra”, surge del silencio original y,
con el lenguaje como herramienta, trata “la infinitud de la existencia”.
En Apuntes para una poética del
arte, Rubén Muñoz Martínez nos adentra en temas como la necesidad del arte,
la capacidad de comprensión de lo real a través de la creación artística, la
plenitud en la expresión de la forma demostrando cómo todo ello se materializa
en ese momento fundamental en el cual el espectador contempla la obra, se hace
parte de ella y se constituye en un “ser-en-la-obra”.
1 comentario:
Carmen, gracias por esta espléndida reseña.😊
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